
¿Qué es el método Singapur?
¿Cómo ayuda a los niños en el aprendizaje de matemáticas?
Permite a los estudiantes visualizar y asimilar conceptos matemáticos de manera muy sencilla y se puede aplicar desde los primeros cursos de preescolar hasta la enseñanza media.
Conocido como Método de Singapur, no es en realidad un método propiamente dicho, sino “un enfoque de enseñanza de las matemáticas” que recoge lo mejor de diferentes métodos pedagógicos de todo el mundo. Su éxito radica en que está orientado a “la comprensión profunda de los conceptos matemáticos, en lugar de la memorización de fórmulas y procedimientos” de la enseñanza tradicional.
Esta metodología se originó en los años 80 en Singapur y se ha popularizado debido a su efectividad en la mejora del rendimiento de los estudiantes. Se puede aplicar con niños pequeños, de preescolar, que empiezan a asimilar el concepto de número y de conteo, hasta con alumnos de enseñanza media. Aprenden a pensar críticamente y a resolver problemas matemáticos utilizando representaciones visuales y manipulables. Así, para los estudiantes de secundaria, el método Singapur se enfoca en la enseñanza de habilidades y estrategias matemáticas.

Entre las características principales de esta metodología, está el currículo en espiral, que consiste en reforzar los conocimientos que se han ido adquiriendo cada vez que se enseña otros nuevos. Eso ayuda a los niños a entender sus aprendizajes como un todo y, por tanto, a darles un mayor sentido. Van asimilando conceptos desde lo concreto a lo abstracto; esto se logra, por ejemplo, con elementos manipulativos, es decir, a hacer operaciones con objetos (fichas, figuritas geométricas, ositos… aunque suelen emplearse los llamados cubos unifix y una serie de barras con las mismas proporciones). Se convierten de este modo en aprendices activos.
Con estos objetos manipulativos, se pueden plantear juegos para comprender los números y las operaciones matemáticas básicas. También, se puede recurrir a la exploración y al descubrimiento, para que los niños encuentren por ellos mismos las relaciones tras las operaciones matemáticas.
Partiendo de la base del currículo espiral que explicábamos anteriormente y de que la metodología se implementa de una forma gradual, basándose en el andamiaje de conceptos, asentando los más sencillos para dar lugar a la comprensión de los más complejos, podemos señalar la existencia de tres fases básicas en su enseñanza y aprendizaje:
- Proceso enactivo. Así se llama la primera fase del enfoque C-P-A (enactivo-icónico-simbólico) que teorizó el matemático Jerome Bruner. Esta primera etapa consiste en eso, en el uso de objetos manipulables, reales y cercanos al niño.
- Proceso icónico. Los alumnos comienzan a crear representaciones gráficas sobre el papel para comprender el proceso matemático en cuestión o el problema a resolver. Aquí es donde entra en juego el modelo de barras o modelado de barras, una de las claves de este método: la idea es representar con barras (dibujadas de manera sencilla) el planteamiento del problema o de la operación. De nuevo, se puede representar desde lo más simple, como una suma, a lo más complejo. Así, los estudiantes visualizan lo que se les pide y les resulta más fácil dar con la solución.
- Proceso simbólico. Es la etapa de la abstracción, de formulaciones y algoritmos más complejos.
El éxito del método Singapur es innegable. Los estudiantes han mostrado una mayor comprensión de los conceptos matemáticos, una mejor capacidad para resolver problemas complejos y una mayor confianza en sus habilidades matemáticas detalla Oriana Rojas, docente en didáctica de la matemática. Prueba de ello es que Singapur, el país en el que se originó y en el que se emplea de manera generalizada la metodología en todos los centros escolares, se clasifica siempre en las pruebas PISA, como uno de los países que obtienen mejores resultados en matemáticas a nivel mundial. De hecho, ha pasado de ocupar las últimas posiciones a las primeras desde que comenzó a implementar esta metodología.